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Belisario Payaguaje esta mañana me ha pedido que le hiciera el mango para la azuela que había comprado. De inmediato me pre– sentó el trozo de madera, del cual sacamos dos mangos de azuela. Mientras tanto, la Hna. Inés salió de visita por el poblado, y a la vez hizo el censo de los habitantes de San Pablo. Lo hizo en una mañana; le hubiese costado una eternidad de no haber pedido colaboración a Marcelino Lucitande. Este es uno de los jóvenes Secoyas que suele utilizar el misionero que trabaja con ellos, Johnson, como secretario– traductor; también lo hacen César y Ramón, que como dibujante es de lo mejor que tienen allí. Hay que anotar aquí que todos los cola– boradores del gringo son jovencitos entre los 18 y 20 años. Para que los colaboradores sean más eficientes en el trabajo, el misionero les ha facilitado una máquina de escribir, en la que practican éstos la mecanografía. Según versiones de los mismos Secoyas, estos jóve– nes son excelentes mecanógrafos. Esta tarde tuve la oportunidad de dialogar con César Piaguaje, un joven padre de familia que estuvo dos años en la escuela.Cabo Minacho Padilla de Nuevo Rocafuerte con los Hermanos de la Salle. Un tipo muy inteligente, características propias de esa gente . Al cerrar la noche me llevó a una casa a donde todo el mundo asistía. Nadie había muerto en esa casa; no era tampoco el templo donde toda la población se reúne para orar: era la casa de Reinaldo Luci– tande y de Maruja Payaguaje. Todos estaban invitados para tomar una taza de chicha de chonta con mezcla de chucula; era fresca y muy dulce y no dan más que una. Hay en ellos convivencia fraternal, se aprecian demasiado, existe una confianza mutua. Este tipo de vida me parece posible solamente donde la comuni– dad está formada y unida por lazos de parentesco; aquí todos son familiares: no hay más que Payaguaje y Piaguaje. El apellido Luci– tande es de origen Cofán. Cabe entender que los matrimonios los realizan entre parientes lejanos; sin embargo ninguno de sus hijos sale tarado. En todo el poblado apenas vi un solo mudito. Todo esto que vemos por aquí es algo intrigante. Es demasiado bonita la vida que estos Secoyas viven dentro de su mundo tan redu– cido, como el de San Pablo de Kantesiayá; apenas son 60 familias. El censo general de Secoyas no lo podría dar aquí; el P. Alex es el que más al tanto está en este particular. Por otra parte están los Sionas que están radicados en Campo Eno y el río Eno hasta el lindero con las cooperativas de colonos. Este territorio abarca una extensión de 7.000 Has.; esto es, río Shu- 266

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