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Conocí además a una persona auténticamente Quichua: Isolina Siquihua, oriunda de Jivino, hija de Gabriel Siquihua. Es la esposa de Elías Piaguaje, que actualmente se encuentra en Quito gestionando para la venta de madera y problema de tierras. He visto una diferencia radical entre los dos tipos de mujeres: a las mujeres Secoyas las noto claramente más vivarachas, como en estado de alerta continua, muy bien constituidas físicamente; mien– tras a la Quichua la veo como adormecida, se la ve físicamente frágil. Preguntándole que si se enseña a la vida de aquí, enseguida responde moviendo negativamente la cabeza; no obstante afirma que el marido nunca la maltrata. Está así de flaca -dice ella- porque tiene que atender muchas cosas (es la enfermera del poblado) y las otras muje– res sólo atienden al marido. Los Secoyas han heredado de los evangélicos la práctica religiosa basada en el culto. Los tienen tres veces por semana (miércoles, viernes y domingo). Las mujeres tienen una reunión semanal ; la tienen todos los lunes. Mientras permanecimos entre el pueblo Secoya, nos tocó presen- ciar dos de estas funciones, y en ellas he notado lo siguiente : a) Asistencia voluntaria. b) En los ancianos se nota más devoción, mayor misticismo. e) Todo el que quiere participa. Se ve participar activamente a la mujer. d) Lo hacen totalmente en idioma Secoya. -El expositor de la Palabra lo hace bastante largo; sin embargo parece que todos se encuentran muy a gusto. -La reunión, en defmitiva, es larga. En esta ocasión duró 2 horas. -A los jóvenes se les ve permanecer bastante indiferentes. -El culto está basado en cantos y oraciones personales en públi- co y explicación de la Palabra por el predicador de tumo. 24- 1 - 80. (Lunes) Las azuelas de hacer canoas son tan cotizadas en todo el ambien– te ribereño y es por este motivo que la Misión Capuchina ha importa– do desde España un número bastante considerable de este tipo de herramientas, imprescindibles para la construcción de canoas. El P. Alex llevó dos docenas de ellas por el Aguarico: veintidós las vendió en San Pablo. Cada cual quiere tener su propia azuela y todos los que compraron lo hicieron con dinero efectivo, excepto una señora que cambió por gallinas. 265

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