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Hemos ido a saludar a Celestino Piaguaje (Profesor), que sigue un programa de alfabetización bilingüe para adultos. En realidad el pro– grama es para adultos, sin embargo allá vi de los más ancianos del lugar, atendiendo con sumo interés las explicaciones del maestro. Al ver así las cosas, me he puesto a pensar, a relacionar al pueblo Quichua con el Secoya: muchas veces nos hemos imaginado a ellos con una ignorancia sin límites; no obstante ellos ahora están tratando de superarse, y si nosotros los Quichuas no nos superamos también, ellos nos superarán y entonces seremos la burla para todos. 23 - 1- 80. Miércoles. (Cuarto día) Se ha descansado estupendamente durante la noche. Hay tranqui– lidad en este poblado. Sin embargo no me veo en un ambiente mío; a pesar de su hospitalidad son extraños para mí, tienen otro tipo de vida al nuestro; espero relacionarme cuanto antes con ellos. He cami– nado por las calles del poblado sin entrar en ninguna casa por el mo– mento. Teodoro, un joven Secoya que está sacando madera (le ha tocado el turno), me ha venido a pedir que le llevara a él y al moto– sierrista al lugar donde asierran la madera. Probé el motor 8 HP. y no quiso arrancar el motorcito, por lo que tuvieron que ir a remo. Mien– tras tanto limpié la bomba de combustible y el carburador que esta– ban muy sucios (es consecuencia de no filtrar la gasolina) y arrancó magníficamente. Por la tarde fui a recogerlos. Por la tarde nuevamente recorrí las calles, y al fin entré en la casa de Rogelio P. Estuve conversando con la esposa (Romelia) y los padres de ésta y otras dos muchachas, hermanas de Roque Piaguaje. Al conversar con ellos recordamos tiempos muy remotos. Resulta que mi madre tenía cierto parentesco con ellos, por haberse casado un hermano suyo con una de las Secoyas de la parte peruana y había convivido mucho con ellos, y al relatarles sobre el particular me aco– gieron con mucha simpatía. Sin embargo las dos chicas no se atrevían a dirigirme directamente la palabra; Roque hacía de intérprete entre ellas y yo. A la final resultó que conocían a todos mis familiares de la parte peruana y alguno de ellos es hasta ahijado de ellos. Espero aprovechar este principio de confianza que me han pres– tado en este primer momento. El P. Alex también fue de visita por su parte. Más bien fue a conseguir unos trabajos floclóricos de los Secoyas, en particular de Fernando Payaguaje y de su esposa. Fernando conoce el idioma Qui– chua y ha crecido junto con mi madre y otros familiares míos. 264

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