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Es un día muy hermoso para viajar: ha sido totalmente de som– bra. El motor hasta el momento trabaja perfectamente y la canoa, aunque cargada, desliza bastante bien. Los tres que viajamos estamos optimistas; claro, es el primer día. Al pasar frente a la casa de Nelson Tangoy nos llama una mujer, es Elsa Tangoy, esposa del primero. Es la primera familia civil que encontramos por el Aguarico. Desde allí se suceden las casitas de los habitantes del sector: La familia Yata: no está el esposo y tampoco ninguno de los hijos; ha dicho la mujer que están trabajando por arri– ba abriendo un puesto nuevo. En Consuelo está la familia del finado Marcos Tangoy; hemos conversado con ellos durante un rato y se les ha avisado el día que más o menos hemos de volver. Siguiendo ade– lante, ya casi para llegar a Zancudo, está la familia de Rogelio Tangoy que habita en una casa grande como un cuartel, y allí están todos, hijos casados e hijas solteras. Siguiendo más arriba está jorge Licuy y familia, y tocándole a éste está la casa de Camilo Tangoy. Hemos visitado a todas las familias mencionadas. Subiendo un poco, está el destacamento Zancudo. Hemos parado allí también. El Padre dejó una azuela; los militares la necesitaban, a la vuelta le pagarían. De allí .nos despedimos a las cuatro y media de la tarde, y donde Silverio.Grefa no llegamos quizá porque ya se hacía demasiado tarde. A las seis menos cuarto llegamos a la casa de Pedri– to Vázquez, y allí nos quedamos a dormir. Este primer día estuvimos acompañados por la presencia de Manuel y algunos militares; este señor trabaja con los militares, transportando víveres a las guarnicio– nes de Aguarico. Esta familia, quizá por vivir a mucha distancia de los centros de asistencia médica, se los ve a los niños con cara de enfermos; estaban los tres niños menores con las cabezas llenas de granos. La Hermana Inés Arango les dio una pomada para estas infecciones. 21 - 1- 80. Lunes. (Segundo día) Amaneció lloviendo; sin embargo Manuel Llori partió en. un mo– mento en que pareció escampar el aguacero. El Padre Alejandro, aprovechando que llovía, celebró la Misa con la asistencia de sola– mente los dueños de la casa, pero un poquito antes la señora Cecilia de Vázquez nos brindó un rico desayuno con pescado y huevos. A partir de la 1 de la tarde pasó el aguacero y enseguida partimos río arriba. Al cabo de 5 minutos de haber puesto en marcha el mo– tor 40 HP., comenzaba a funcionar mal el sistema de refrigeración, 261

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