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nadie nos impedirá. Y seguimos adelante, sin dificultades de ninguna naturaleza. Mientras avanzábamos, el río nos abría su cauce cada vez más amplio, facilitando así nuestro avance más rápidamente. La quebrada del Cocaya está a unos pocos minutos de la desem– bocadura del Aguarico en el Napo; es muy frecuentada por los caza· dores; por lá abundancia de los sustentos necesarios para la subsisten· cia del habitante de la zona; allí mismo en la desembocadura existe una guarnición militar, es la primera que encontramos al subir por el río Aguarico. Los cazadores ordinariamente avisan cuando van de cacería; pero nosotros no pudimos hacerlo por quedar muy alejado del cauce normal del río y además un chubasco bastante molesto se nos aproximaba; para todo viajero es preferible que el agua nos sor· prenda en pleno viaje, que nosotros sorprender a las aguas en ple· nitud. Eran las diez y media cuando nos cayó un aguacero muy fuerte, que apenas duró media hora; y en ese lapso de tiempo, sin habernos dado cuenta, pasamos la guarnición de Puerto Loja por la parte peruana. Era la segunda guarnición en que no atracábamos, y segui– ~os adelante, pues el aguacero había pasado. Ordinariamente a las guarniciones peruanas desde mucha distan– cia se las puede ver claramente. Ellos han elegido puntos estratégicos, tienen vista hacia arriba, hacia abajo; mientras que las guarniciones ecuatorianas están casi perdidas, hay que llegar al mismo puerto para enterarse que allí está una de ellas. Destacamento Castaña es una de ellas. Al atracar allí aparecen dos soldados en la balsa, y ésta apenas con los dos personajes comienza a hundirse. Es por eso que el P. Alejandro ha preferido quedarse en la canoa, en ella está más seguro. Y nos dan el pase tan libre que ni siquiera nos han pregunta· do nuestros nombres. Ha sido largo el viaje, y el reloj marca la una menos cuarto; el estómago también pide algo de comer y para satisfacer esta necesidad apegamos en la rabija de una playa. Hacemos nuestra primera comida de esta gira. A los pocos minutos está la quebrada de Lagarto Cocha. En la parte ecuatoriana está el destacamento que lleva el nombre de este río y en la parte peruana, el destacamento Clavero. El río Lagarto· coch.a es. ellímit~ natural entre E~uador y :erú; hasta allí el Aguarico ha sido mternacwnal, pero a partir de aqUI el Aguarico es totalmente ecuatoriano. Aquí también el paso es libre, y a la una y media de la tarde proseguimos nuestro viaje. 260
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