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En todo caso, al llegar los capuchinos a la Misión de Aguarico, los datos sobre estos indígenas eran poco precisos como resulta de la comparación del viaje exploratorio con el que abrimos estas pági– nas y el primer relato que recogemos. Por su parte, en la relación anual del Prefecto Apostólico al General de los capuchinos corres– pondiente a 1955 se puede leer: "Los Tetetes: viven en la región comprendida entre los ríos Aguarico y San Miguel. Se supone que su número no pasa del millar" (29). Manejando semejantes datos, escri– be a continuación: "Queremos comenzar cuanto antes la construc– ción de un centro misional en el Aguarico; lo llamaríamos San Miguel de Aguarico. Estableciendo esta residencia podemos reducir con rela– tiva facilidad a los indios Tetetes". Pero ya un afio después, seguramente con datos algo más contras– tados tras una nueva excursión por el Aguarico, Shushufindi y Cuya– heno con la misión, entre otras, de levantar un censo, escribe : "En adelante nos abstendremos de dar datos sobre la población Tetete" (30). Las enormes y dificultosas distancias de la Misión, los pocos misioneros y la mayor densidad poblacional del Napo, a más de los prontos ataques aucas sobre el área de Coca, harán pasar los Tetetes a un segundo plano en el interés de los misioneros. Pero sin disiparse nunca y sorprendentemente reactivado con las revelaciones de los petroleros en 1966. El relato que presentamos sobre el contacto misional tiene el valor histórico de recoger el penúltimo encuentro misionero con tales indígenas. El diario "El Comercio" tituló a toda plana en su segunda sección: "Establécese contacto con la tribu perdida de Teetetes en inhóspita selva oriental" (31 ). Desgraciadamente el Dia– rio de viaje del P. José Manuel Astráin (m. 1975) desapareció del archivo, privándonos de los mejores datos. En la información perio– dística se recoge un cálculo de más de 70 individuos para el grupo; el lugar del contacto no se determina con precisión. Después de eso, de nuevo el silencio. Por fin, el afio 1973, Orville Johnson y otro compaflero, misioneros ambos del Instituto Lingüístico de Verano, junto a un Cofán y un Siona, remontan el Pacayacu y cerca de sus cabeceras, siguiendo instrucciones y picas petroleras, se encuentran brevemente con dos Tetetes y una mujer, todos ancianos. - Seglín cree O. Johnson la mujer no sería Tetete, pues hablaba otro idioma y tenía adornos diferenciados; piensa que podría tratarse de algún robo en grupos vecinos-. Con toda seguridad se trataba de las mismas personas visitadas por los capuchinos siete aflos antes. 24

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