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Celador, misión delicada que le confió el gobierno militar al resolver– se el problema fronterizo entre Perú y Ecuador. En los dos años que desempeñó este cargo no percibió ni un solo centavo. Posteriormente gracias a la comprensión y espíritu patriótico que animaban el espíri– tu de un general ecuatoriano que intervino en señalar los límites fronterizos, D. Pedro fue recibiendo sus haberes atrasados. Las vicisitudes por las que atravesó la zona fronteriza en ese entonces privaron a D. Pedro de todas sus pertenencias que, no obstante reclamarlas, nadie se las devolvió ni abonó. En los trabajos realizados para facilitar al ejército una acción más rápida y cómoda, D. Pedro perdió un ojo al ser alcanzado por un palo en los trabajos de desbroce que hizo al abrir una trocha. Tras una larga y aburrida conversación se hizo de noche y llegó la hora de la merienda. La Madre Carmita fue la que se preocupó de preparar lo necesario para hacer la comida. La invitación de rezar el Rosario que hice al jefe de la familia 0 casa, y que creía iba a tener buena acogida, más bien me decepcionó y no fue recibida con la alegría que era de esperar conociendo los sentimientos cristianos y la fe que siempre habían animado a D. Pe– dro. Por fin, tras algunas reflexiones desacertadas y apreciaciones erróneas propuestas por el venerable anciano, a las que ninguno de los presentes dio importancia, se rezó el santo Rosario. Cada uno escogió su puesto en el amplio salón-corredor de la casa, tendió su cama y se acostó. A las 10 de la noche sólo se oían los chirridos de los insectos y de vez en cuando turbaban el sueño los estridentes ladridos de 8 perros, que a coro latían cuando perci– bían algún ruido raro que salía del río o de las inmediaciones de la casa. Después de todo lo dicho, podría trazar o esbozar la semblanza de D. Pedro diciendo que a su edad sus debilidades son el cigarrillo y el café; que su virtud y cualidad más relevante es: una extraordina– ria comprensión al reconocer los defectos de sus hijos y al acoger con entrañas y cariño paternales a las hijas, que por circunstancias ajenas a su voluntad han fracasado en la vida, y finalmente un cristianismo tradicional anima todos los momentos de su vida. 28. Amanecer nublado, aunque nadie duda de que va a seguir el verano que comenzó hace unos días. Misa en familia, desayuno y a la canoa para reiniciar nuestro viaje. 238
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