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- vistas, en el patio; sacamos unas fotos. La señora de la casa hace ollas de barro para vender y cría loros como diversión. En ese momento tiene cinco loros, además de un gavilán y dos periquitos. Uno de los muchachos, sin ser requerido, nos da su opinión sobre los abnegados oficiales de Malaria: "Nada hacen; si acaso, van robando sangre". En las dos casas siguientes, Silverio Grefa y Camilo Tangoy, no encontramos a las familias. Suponemos que deben estar trabajando en la chacra. Más adelante se confirma esta suposición al encontrar– nos con la familia Tangoy. Hablamos con ellos; se encuentran perfec– tamente de salud. El Padre salta a la chacra y saca una fotografía a una de las niñas que tiene en la mano un banano gigante. Nos paramos para comer en una playa. Varias charapas toman el sol en la arena. Al acercarnos se alejan. El Padre cree ver una en la orilla. Cuando se inclina a cogerla, la supuesta tortuga parpadea... era una raya de considerable tamaño; a su lado, otra más pequeña. Le da un solemne remazo a la mayor en la cabezota: debe tenerla muy dura porque escapa aparentemente sin ninguna lesión. Llegamos a casa de Pedrito Vázquez a las 17 horas. El matrimo– nio tiene tres hijos preciosos; están esperando el cuarto. Se respira un ambiente ideal ,de paz y hogar. Son tan amables que decidimos por unanimidad aceptar su hospitalidad y quedarnos a dormir. Se celebra la Santa Misa; resulta muy íntima y emotiva. Recuer– dan el día de sus esponsales, haciendo una clara exposición de cómo ven ellos la familia, de lo que significa el matrimonio. Sus diferencias de opinión y visión les complementan, formando una pareja ejem– plar. iCuánta vida íntima y qué selecta! Después de una buena cena, (el ama de casa une a sus otras cualidades el ser una cocinera más que aceptable) hablamos con ellos largo rato . Parecen encantados con nuestra presencia y no tienen deseos de dejarnos para ir a dormir. 17. El buen tiempo sigue siendo nuestro aliado. La mañana está preciosa. Desayunamos; les damos algunos medicamentos y seguimos. Nuestra meta hoy: la escuela de Boca Cuyabeno. A las 9 nos encontramos sentados en casa de Cesáreo Payaguaje. Su mujer está haciendo chicha de morete, sentada en la quilla. Cesá– reo y su hijo "conversan" con nosotros. Nuestro asiento es una hamaca preciosa tejida por ellos con "chambira" (fibra parecida al esparto, que hilan con un huso primitivo). Probamos "cazabe" (pan de yuca), obleas finitas con sabor muy parecido al pan sin fermentar y "cayá", pepitas conteniendo una especie de pétalos con sabor a uvas pasas; se chupan en los ratos de ocio. 228

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