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Mons. Maximiliano Spiller en persona, a la sazón Vicario Apostó– lico del Napo, encabeza la Comisión que junto al Delegado de Defen· sa llega el 1 de noviembre de 1944 a fundarjunto a la desembocadura del Yasuní, en la margen derecha del Napo y "frente a la guarnición peruana que les recibe con fuego de ametralladoras y fusiles durante la primera noche" (20), la población a la que denominaron Nuevo Rocafuerte. Posteriormente, en 1945, se creó el Cantón Aguarico y su cabecera en Nuevo Rocafuerte; la Misión Josefina abrió allí escue– la y dispensario médico, que subsistían a la llegada de los capuchinos en 1954, noticia de lo cual dábamos en el inicio de estas páginas. lll. RIO AGUARICO: 1954 - 1984. A) Las Minorías. De la antaño "gran nación de Encabellados" poco queda a co– mienzos de la segunda mitad del siglo; concretamente podemos recordar las palabras del pionero de esta Misión: "La región del Aguarico está muy poco poblada; están los Enos, Cushmas y los famosos Tetetes que no serán menos de 300". Descripción harto imprecisa y evocadora del desconocimiento tanto del lugar como de sus pobladores. Por eso nos parece necesario describir, siquiera sucin– tamente, los grupos indígenas que siguen instalados o han llegado durante estos últimos 30 años al río que suele conocerse como el de las "minorías". Veamos por qué. SIONAS Serían, propiamente, ·de los pocos descendientes de los antiguos pobladores Encabellados o Piojés que se mantienen en el área; son, por tanto, pertenecientes a la familia lingüística Tucano Occidental. Según sus relatos orales, a comienzos de siglo mantuvieron peleas de orden territorial, shamánico, etc., con otro grupo de su mismo tronco lingüístico : los Tetetes. Lagarto Cocha, el río Cuyabeno y sus lagunas fueron escenario progresivo de tales batallas, siempre ganadas por los Sionas, mientras sus adversarios se retiraban hacia el norte. 20

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