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20 Domingo. Tempranico tocamos la trompeta o "Urugüe" de los indios llamando a Misa. Lo más vienen media docena, pues todos se fueron: unos al Putumayo a por sal, otros a "charapear" o coger huevos y charapas o tortugas. Después de la Misa se izó la bandera con toda la solemnidad, cantando los niños del inter– nado, mientras se izaba ésta, el Himno a la Patria. Después se fueron todos a sus casas. El Padre Anastasio, después del desayu– no, se fue de cacería, pues la "munición" de boca va escaseando. Pero regresa sin nada. 21 De nuevo se toca la típica trompeta, llamando a clase a los niños que han quedado, sin ir de viaje con sus padres. Son ocho los que están formados en el momento de izar la bandera: los cinco del internado y tres del pueblo. Una vez más se demuestra el poco interés de estos padres por la educación de sus hijos. El P. Anastasio decide hacer un viaje a Nuevo Rocafuerte para solucionar en algún modo la manera de transportar las cosas necesarias y al paso traer todo cuanto le sea posible. Pero esta mañana, por radio, nos dice el P. Santos que tal viaje no solucio– na nada, que tengamos "paciencia". Gracias a Dios que esto de la paciencia es industria que uno mismo la fabrica; si hubiera que recibirla de fuera... También nos comunica que nos enviará un cajón con cosas para el Cuyabeno con la avioneta lingüística, pero éstos no harán vuelo hasta dentro de un mes; así que a esperar... paciencia. 22 Los niños que estaban de viaje van regresando. Hoy han veni- do dos o tres más que ayer. El Padre comienza la clase. Hoy toca anatomía, y explica las partes del cuerpo: Esto es cabeza, esto brazos y así sucesivamente. Al llegar a los pies, pregunta : "¿Estos cómo se llaman?". Y todos responden a coro :" iPatas! ". 23 Hoy es día de chicha, pero no se chuman ; parece que no era de muchos grados. Ahora que hablamos de chicha me acuerdo que el otro día, explicando el Padre a los niños en clase la necesi– dad de la oración, para pedir todos los días a Dios rogando por nuestras necesidades, preguntó: "Si ahora viniese Dios aquí a la clase, ¿vosotros que le diríais?". Y una niña de las mayorcicas, muy decidida le contesta: "Le daríamos chicha". Para ella, el mejor obsequio para Dios e~a la chicha. 167

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