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y la facha que hace con los ornamentos puestos; en fin, que tendrá que esfo.zarse para hacerse oír, y saldrá del todo agotado. Después de Misa, verá con dolor que todos los que asisten a la Misa, irán en masa a casa de los gringos o evangelistas, haciendo caso omiso a las advertencias del Padre en el sermón, demostran– do con esto que no tienen ni siquiera idea remota de lo uno y de lo otro, pueJ hasta ahora no han visto ni oído nada de lo que nosotros les decimos, y todo les parece extraño y raro, y hasta cuando se les habla de las prohibiciones morales, se ríen a pleno pulmón. El Padre, dejando a un lado sermones bonitos y elegantes tendrá que hablar a estilo de ellos, medio castellano medio en su lenguaje, acomodándose en todo lo posible a ellos. Y si es el Padre un gran matemático, tendrá que resignarse y enseñar durante mucho tiempo el uno, el dos y así sucesivamente hasta que aprendan a contar, y así en todo. Y a soportarlos cuando vienen borrachos y se echan encima de uno di_ciendo: "Padre– cito, me he chumado", y uno tiene que ponerles buena cara. Entonces, dirá alguno, para qué tanto estudiar, para tratar con esa gente_ iYa lo creo que sí!; y todo lo que puedan. Vengan bien preparados como profesores, mecánicos, de medicina, en todo lo que sea útil a la humanidad. Pero que tampoco olvi– den, al menos ahora en los principios, que hemos venido a labrar, a preparar el terreno, como el labrador que antes de la siembra da vuelta a la tierra y la prepara para echar la semilla. Así, a nosotros nos toca preparar el terreno, para que después los demás misioneros vayan sembrando y produzca buen fruto. Tarea dura e ingrata la nuestra a los ojos humanos, la de los primeros misio– neros, cuyos frutos no se verán hasta más tarde. Pero Dios sí lo tendrá en cuenta, por cuya Causa trabajamos. __ Y tampoco olviden los que vienen del "mundo civilizado" de traer buena dosis de paciencia, un humor alegre y chistoso, unas "espaldas" anchísimas así como las "mangas". Nuestro genio impaciente, que quiere hacerlo todo en un día, cambiarlo por otro más calmoso, semejante a nuestros indiecicos, que para ellos no existen ni semanas ni meses ni años. Ellos dicen: "Un día pasando, otro día viniendo; no vale apurarse". Y también estén dispuestos a ser enviados a cualquier parte. Y_.. del amor a Dios, amor al sacrificio y otros amores semejantes huelga señalar; pues sin ellos que nadie salga de casa. 163

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