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A G O S T O - 1960 1 Por la noche apareció un tigre grande en la casa de Cecilio. Fernando trajo vivo un animal raro cuyo nombre es algo así como dos u 'u y su hijito uusí. Por hallarse ausente, en Quito, el P. Anastasio de Buñuel, Superior, y por orden suya, prosigue la Crónica Fr. Antonio de Alsasua, compañero de fatigas. 24 Aproximadamente a las cinco de la tarde, y con un sol abra- sador, llegamos a nuestra Misión del Cuyabeno, Efraín Abarca y los ayudantes Matías y Alberto, y el que suscribe. Efraín hizo noche en nuestra casa, y a la mañana siguiente continuó su viaje hacia Colombia. El viaje de Rocafuerte al Cuyabeno fue bueno, con mucho sol. Fuimos atendidos con mucha simpatía por parte de los soldados de los puestos. La primera noche la pasamos en Lagartococha, la segunda en el puesto Cuyabeno. Aquí pasamos una noche bastante alegre, pues les dimos un poco de trago y algunos cigarrillos, y entre copa y copa se quemaban los cigarrillos. 25 Muy de madrugada, Efraín, después de desayunarse partro. Yo me quedé solito, saboreando esta dulce soledad, interrumpi– da por cuatro o cinco meses, que los pasé en Quito, a causa de mi enfermedad, anemia "perniciosa", según los técnicos en la materia. Salí del Cuyabeno hacia el día 24 de Marzo. Más que persona parecía un fantasma; el color era de difunto de tres o cuatro d1as, pues mi cuerpo sólo disponía de "2litros de sangre". Con tan poca "gasolina" mi motor podía pararse en cualquier momento. Así pues, pasé doce o catorce días reparando mi "motor" en la Clínica Pichincha, y una vez lleno el "depósito de gasolina" con tres transfusiones de sangre, de una pinta cada una, un tratamiento para los parásitos de la "barriga", pues según señaló el examen médico, mi vientre era un "Parque Zoo– lógico" por la variedad de sus habitantes. Siguió un tratamiento de paludismo, pues me dieron dos o tres ataques de esa enferme– dad durante mi estancia en la Clínica. Además me cosieron a inyecciones y me hicieron ingerir píldoras de todos los colores. Fue un poco problemático el encontrar sangre para mí, pues decían que mi sangre vasca no cuajaba con cualquier sangre. 153