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10 Por la tarde me pasé a la tienda de Londoño y compré alguna baratija. Hidalgo no estaba en la tienda, no sé por qué. 11 Salí en el motor del P. Lorenzo camino de Riera hacia las 6. A las 8 emprendimos el regreso.del varadero. A la mitad del cami– no tuvimos que aminorar el paso ya que me comenzó a doler la espinilla. Llegamos hacia las 5 de la tarde a Tangoy. Y allí dormi– mos. 1L. A la mañanita cogimos la quilla Cesáreo, que fue mi compa- ñero, y yo de papero, y para el mediodía llegamos a nuestro destino. Fue un viaje pesado y largo, que para hacerlo tan rápido, no se lo recomiendo a nadie. Bastante cansado y, sobre todo, largo. Son 35 kilómetros largos, que dadas las circunstancias de desconocer el camino, todavía parecían más largos. Me dejé en casa del Sargento Villalba los zapatos y en el viaje perdí la cartera con documentos y algo de plata. 14 Hacia las 4,30 llegó el bote con el P. Miguel, Antonio Jota y Vegay, Pancho y Nolasco. Vino con la comisión de instalar el transmisor. 21 De mañanita vinieron los indios con las pocas pieles que les quedaban porque Hidalgo no quería comprárselas. Parece que sintió el que hubieran dado las pieles a los Padres. El bote, que salió a las 11 de la mañana por un pequeño desperfecto en el inyector, llevó como unas 50 pieles. 22 Domingo. A Misa vinieron la mitad. Por la tarde me fui con los niños a Montúfar. Los soldados se portaron bien. Les dieron a los niños pan y chocolate. Cuando volví, hacia las 6, la chuma estaba en su apogeo. No tardó en declararse el incendio. Cesáreo quiso armar gresca y golpear a la mujer, pero como ésta era hermana de Fernando y de David y tía de Regí, tuvo que habér– selas con éstos. El pobre hombre estaba como acobardado porque se sentía solo. Pero hubo un momento en que si no estoy se lían a golpes. Entre la Maruja y yo tuvimos que detener a su papá. El Cesáreo prometió ir a vivir a otra parte. 30 Amanecimos los dos bastante malos. Fray Antonio peor que 134
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