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enfermos, disculparán no podamos dctencrmos más tiempo ¿Hay algún niño para bautizar o alguna pareja para casarse?". Viaje rápido, pero pletórico de preocupaciones y temores al ver a mis enfermos: Uno, sin despegar sus labios, tendido sobre los bultos y las maletas; el otro asiendo el volante del motor cabizbajo, dando prisa en todas las paradas y haciendo esfuerzos inauditos para triunfar en la batalla que libraba con su enemigo, el paludismo. No es para descrita la alegría que ·sentimos al entregar por última vez el pasaporte en el destacamento contiguo a la Misión . NADIE SE PREOCUPA DE NOSOTIWS ¿sería sueño o realidad? Casi todos los habitantes de Nuevo Rocafuerte corren a porfía. Pronto nos convencimos de que nuestra llegada no despertaba tanta ansiedad. En los linderos de la Misión nos cruzamos con un avión pesado, orgulloso e irónico, que como soberano en sus dominios aterrizaba por primera vez en la pista en construcción de Nuevo Rocafuerte. Atracamos al muelle sin que nadie denunciase nuestra llegada, desembarcamos lo urgente y delicado de nuestra impedimenta y dimos gracias a Dios por la protección que nos había dispensado durante toda nuestra gira. Los enfermos corrieron a acostarse. Yo saludé a las Monjitas, y mientras me servían la única comida del día, satisfice las preguntas que me hicieron, facilitándoles las noticias más salientes habidas durante el mes de ausencia. Cansado y gozoso, me despedí diciendo: "Felices Pascuas y hasta mañana". Así terminé mi excursión y así celebré la Nochebuena.

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