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despedirlos e invitarles a oír la santa Misa al día siguiente les regalé unos escapularios y algunas medallas, que recibieron con ~moción y prometiron colgarlos del cuello o coserlos a un bolsillo de sus ves– tidos. A las diez nos acostamos con el alma saturada de emoción y gozo inexplicable; era el premio que Dios da al misionero por los sacrificios que se impone por las almas. Mientras me. rendía el sueño rumiaba un pensamiento que hacía poco había leído y que convertido en oración dirigí al Señor: "Si aún tienes en tu rebaño muchas ovejas que no te conocen, aquí te traigo estas pocas bañadas ya con la sangre preciosa del Cordero y con la mía. Sí; tomad la sangre de mis pequeños sacrificios, de mis fatigas y de mis esfuerzos". SENCILLEZ Y FERVOR Un amanecer lleno de encantos. La esposa del Sr. Tangoy busca ramas, palmeras y flores para adornar el altar, mientras su hijo se prepara para el matrimonio. Con una campanilla se toca varias veces para anunciar a los vecinos que va a comenzar la Misa. Los indios, en traje de fiesta, llegan en cuatro o cinco pequeñas embarcaciones. El atuendo de los novios es sencillo en extremo. Nada más que una corona de colores chillones con una inscripción en la que se leía el nombre de los desposados y fecha de la boda. Todos acuden a los actos religiosos con suma compostura y siguen con atención las explicaciones que hace fray Pastor y rezan con devoción, como si penetrasen en el significado y en la grandeza del santo Sacrificio. Luego sirvieron un desayuno, común para todos, a base de chicha. El primero en servirse el tazón fui yo; los demás tomaron hasta tres, que en total medirían algo más de un litro. Como no era éste el término de nuestro viaje, y nuestra presencia restaba mucho interés y libertad para celebrar boda en familia, alistamos las cosas y seguimos nuestra ruta. ENTRE SOLDADOS El destacamento al que llegamos a las 11 era pobre y apenas tenía las comodidades mínimas para los soldados y sus familias. 121

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