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de toda propaganda descarada, pero dispensan cariñosa acogida a todos los que van a visitarlos, visitan en sus casas a los indígenas, les facilitan ropa en abundancia, géneros y medicinas a los indios necesi– tados y enfermos. En la casa principal que los protestantes tienen ubicada en el corazón mismo de nuestra Misión, inician en las primeras letras y preparan para el magisterio a algunos jóvenes Cushmas más despier– tos. El día de mañana éstos serán profesores de sus paisanos. Este sistema indirecto de apostolado influye notoriamente en los indios. Para ellos la gringa es el todo. Los remedios que les facilitó en una gripe salvaron de la muerte a todos; ella es buena porque conversa mucho con ellos y les quiere; porque estudia su idioma; porque les trae ropita; porque les enseña a leer; en una palabra, la gringa no tiene defectos para ellos. No nos llamó la atención la frialdad con que los estudiantillos se acercaron a saludar, ni nos sorprendieron las pueriles razones y pretextos con los que creyeron justificar su total ausencia de los actos religiosos que organizamos durante nuestra permanencia entre los Cushmas. Al oír éstas y otras cosas y al palpar la realidad de los hechos hice estas reflexiones: No cabe duda que estos gringos, que hace casi un año están en Norteamérica de vacaciones, gozan de prestigio entre estas gentes sencillas e ignorantes. Cuando se lancen a una propagan– da religiosa descarada y ataquen, como acostumbran, a los católicos, fácilmente lograrán alcanzar sus objetivos. No hay más remedio que establecerse entre ellos, si no queremos que estas almas caigan en la herejía. AJUAR EN LA CASA DEL CUSHMA Sin más requisitos nos trasladamos a la casa que se nos ofrecía. Trepamos a gatas por la típica _escalera hecha de un solo palo. Mien– tras descargaban los equipajes, quedé con los dueños, que hablaban un poco el español. Sobre unos palos rústicos, horizontales unos, transversales otros, elevados unos 40 cm del fuego, se secaban y ahumaban montañas de carne de animal silvestre. Así únicamente pueden los indígenas conservar la carne y el pescado libres de los gusanos y de la corrupción. · A la izquierda, algo así como un arca semicircular tallada directa– mente del tronco de un cedro. Sobre su superficie curva las indias, 113

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