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racimo de plátanos doraditos y fragantes. Había que hacer algo por la vida. En pleno banquete, llegan en su embarcación las dos amas de casa y poco después sus esposos. Corridos y un poco avergonzados, presentamos nuestras excusas, pero ellos nos animan a comer sin recelo. Nos brindaron sendas tazas de chicha que rehusamos porque descomponía nuestros estómagos. A media tarde llegó Arsenio con toda su familia, trayendo sendas canastas de chicha preparada, de carne ahumada y algún pececillo, todavía fresco. Nuestra llegada puso en jaque a las mujeres que, desde aquel momento se metieron en la cocina, separada del resto de la casa por una pared, sin duda alguna para ultimar los detalles y los preparativos para la fiesta del día siguiente. El matrimonio y los bautizos se cele– bran entre los indígenas a base de abundante chicha, que es la anima– dora principal del baile. UN MATRIMONIO POR UNA PREGUNTA INESPERADA Mientras las mujeres mantenían una conversación sumamente animada, coreada por frecuentes carcajadas, yo, sentado en una cama que hacía de banca, charlé largo y tendido con el amo de la casa. Higinio, cojo de nacimiento, aparentaba unos 60 años, aunque, según él tenía diez menos. Conocía al detalle desde el Tena hasta la frontera del Ecuador con el Perú por el Napo. Casi toda su vida había trabajado a la cuenta (esclavo), hasta que, por fin, pagó la deuda al patrón y quedó en libertad. A los 40 años se estableció en el Aguarico,levantó su casa, plantó yuca y plátano y, desde enton– ces, vive tranquilo. "Casilda, mi mujercita, me ayuda mucho criando aves" . En el curso de la conversación le espeté una pregunta inesperada que lo desconcertó: "Oiga -le dije-. ¿qué Padre le casó?". "Padre– cito -contestó avergonzado-, vivo así no más". "Pero supongo que ahora que estoy aquí querrás arreglar tu situación" . "Cómo no; ya quise casarme cuando pasaron por aquí el P. Angel y el P. Camilo; pero de gana no lo hice". "¿y tu compañera estará conforme? ¿No os peleáis? ¿Le has pegado alguna vez?" . "Sí, Padrecito ; Casilda es buena. Poco nos peleamos y pronto nos hacemos de a buenas; a veces en borracheras le he pegado, pero por eso sí me quiere. Voy a hablar con ella". 107

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