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Sabido es que AZKUE y P. DONOSTIA son los dos pilares que sustentan el edificio del cancionero vasco. AzKUE desplegó su actividad por todo el país, en tanto que el P. DoNOSTIA concentró la suya principal– mente en Navarra 1. El cancionero de AzKUE, cuya segunda edición es reciente, está al alcance de todos; no así el del P . DoNOSTIA, que, tempranamente ago– tado, no ha vuelto a ver la luz. Bien es verdad que a partir del año 1923 colaboró en la revista «Gure Herria» con suplementos de gran interés folklórico; pero no es menos cierto que revistas de esa índole llegan sólo a manos de eruditos. Por último, el «Ar– chivo P . Donostia» conserva inéditas muchísimas can– ciones recogidas por el ilustre donostiarra. ¿Cómo no tener en cuenta estas razones a la hora de preparar la antología? Puedo anticipar que la mitad de las canciones que la integran, aquí ven la luz por pri– mera vez. Junto al P. DoNOSTIA se ha de recordar al P. Mo– DESTO DE LECUMBERRI, correligionario suyo, que hacien– do honor al nombre, callada y desinteresadamente co– laboró con aquél durante cinco años (1918-1922), apro– vechando las oportunidades que le ofrecían sus corre– rías apostólicas por los valles de h Burunda, la Ba– rranca y Larraun, para recoger canciones. Prestáronle también colaboración, aunque en menor escala, otros dos correligionarios: P. VICTORIANO JRURITA, de La– rrainzar (Ulzama, AN) y ARRIGARAY (P. Celestino Pe– ralta), de Caparrosa (AN), cuya Gramática del Eus– kera acaba de reeditarse. Acerca del cancionero de J. D. J. SALLABERRY, Chants Populair-es du Pays Basque, he aquí la impar- l. Los Preludios Vascos del P. DoNoSTIA se inspiran casi todos en aires de la Montaña de Navarra. XXII

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