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musical, aparte pequeñas diferencias locales, es único. No necesitó esforzarse en hacerme admitir la validez de su argumentación. Pero, navarro como yo, convino en que a veces los sentimientos prevalecen sobre los argumentos, porque el corazón, en frase de Pascal, entiende razones que la razón no alcanza. Navarra, consciente de la riqueza de sus viejas danzas, las exhibe con orgullo aun fuera de sus límites. ¿Por qué no hacer lo propio con la canción popular? ¿Es que la ignora? ¿Le humilla acaso la idea errónea de vivir de prestado? Urge convencer a los navarros · de la gran verdad que encierra la frase de AzKUE arriba apuntada. Examinados y con gran cordialidad discutidos en aquella pequeña «cumbre» los diversos aspectos que ofrece el tema, se llegó a la siguiente conclusión: «La antología en proyecto ha de ser un muestrario de viejas canciones vascas recogidas en Navarra, Alta y Baja, o de alguna manera relacionadas con Navarra». Tiempo ha que la Etnología se ha desembarazado felizmente de dos prejuicios antagónicos entre sí y tan arbitrario y nocivo el uno como el otro: el de negar al pueblo vasco toda originalidad e inventiva '• y el de atribuirle desarrollo integral autónomo. Con– cretándonos a nuestro tema, hoy se admite como axio– ma que en todo pueblo -¿por qué no en el vasco?- l. «A part 1eur tangue - élément de premier ordre du reste - les Rasques n'ont ríen á eux)). J. VINSON, Le Folk-Lore du Pays Rasque, París, 1883, pág. XIII. XVI

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