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OFRECIMIENTO En ti pensé, lector navarro, al iniciar la selección de canciones que habían de integrar este librito que hoy llega a tus manos. Recíbelo a título de devolu– ción, ya que su contenido te pertenece por derecho de herencia. Y si, como quiere el poeta hindú, «el cora– zón no se da sino en lágrimas o en canciones», recíbelo como estuche en que se guarda el corazón de Na– varra. No imagines que, por circunscribirse el tema a la región vascófona, excluya yo del ofrecimiento alguna parcela de Navarra, por insignificante que sea. Los nacidos en la zona media, ni envidiados ni envidio– sos, contemplamos con ecuanimidad afectiva las dos grandes zonas colindantes: las ricas tierras de cultivo de la Ribera, y los frondosos bosques, amenos valles y verdeantes colinas de la Montaña. Y si la diversidad de clima y economía no ha de ser motivo de aleja– miento mutuo, sino de unión, pues que a todos beneficia, ¿qué decir de la diversidad de lengua y folklore, tesoro de más subidos quilates que los bienes materiales? Pensé también en ti, navarro de Ultrapuertos, hijo de la Sexta Merindad del glorioso Reino. «A pesar XI