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gido puede hacer un héroe, un santo. Un corazón sin dirección alguna, hay peligro que haga un vicioso, hasta un criminal. Es preciso atender a sus movimientos para refrenar los que nos lleva!f al pecado y dejarnos conducir por Jos que 'nos impulsan hacia la virtud, y entonces el co– razón será un motor poderoso que nos acercará a Dios. Me place repetirle este consejo que nos da el sagra– do libro de· Los proverbios: <<Guarda tu corazón con toda vigilancia, porque de él mana la vida.» Esto es una realidad en el orden físico. El corazón es para nuestro cuerpo el motor que hace circular la sangre ·y la reparte por todo el organismo, regando los miembros, órganos y tejidos de que está compuesto. Cuando el corazón deja de funcionar, la vida se parali– za en todo el cuerpo, y sobreviene la muerte. Si la enfermedad nos postra en el Jecho, mientras el co– razón siga latiendo con regularidad, siempre hay es– peranza de salud. · Mas si el corazón flaquea, la en– fermedad se agrava, hasta que la vida se agota. Y porque el corazón es para nuestro cuerpo el motor de la vida, está guardado en el centro de nuestro pe– cho, protegido por los músculos y huesos que fúrman la caja torácica. También, en el orden moral, el corazón es el motor que da impulso a nuestra vida humana. Es el resorte mágico de donde parten todos nuestros movimientos. <<Del corazón--dice el divino Maestro--es de donde sa– Jen los malos pensamientos, los homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.». Mas, así como el hombre malo de su mal corazón es de donde saca su maldad, así también el hombre bueno, de su buen corazón, es de donde saca su virtud. -92-
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