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CAH1'A 1 ENCUENTRO PROVIDENCIAL e ARÍSIMO en Cristo: Nuestro encuentro, en el balnea-– rio de X, fué verdaderamente providencial. Podre– mos creer que Dios nos guió allí para conocernos y tra– tarnos. Ya desde nuestro primer saludo parecía que nos com– prendíamos, como si por mucho tiempo nos hubiéra– mos conocido. Nuestras charlas, sentados bajo los ála– mos del parque. tenían la intimidad de las de dos ami– gos que, después de buscarse durante días y años, al . fin se encuentran y necesitan contarse infiinidad de cosas. Recordará usted que en estas charlas íntimas, usted llegó a preguntarme qué libros le convendrían para su espíritu. Ignoraba yo su vida en lo tocante a la reli– gión , y así, procuré adentrarme en su conciencia para conocer el estado de su alma. Usted tuvo la amabilida<l de franquearse, y al punto me dijo que apenas si ct1111 · pila con el precepto pascual. y que muchas veces. por fútiles motivos, dejaba, en Jos días festivos. <1<' ir _¡.t misa. En seguida me di cuenta de que hablaba con 1111 ltom– bre de buen corazón, pero frío en materia n'l igi osa. No me extrañaba esto, porque estoy ;wosltlnthrado. -9-
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