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CARTA 17 TERRIJ3LE PODER Carisimo en Cristo: Al hablarle en mi última de la libertad del hombre, ni agoté, ni con mucho, los mis– terios cn<:errados en esta noble cualidad humana. Le dije que era una fortaleza infranqueable, y que no hay poder en el mundo que logre rendirla, si el hombre no quiere entregarla. A esto puedo añadirle que es tan regia y soberana nuestra libertad, que hasta el mismo Dios la respeta. El, al criar el mundo, puso leyes inmutables a todos Jos seres del universo, y todos ellos constantemente las cumplen. Mandó al sol que alumbrase, y el sol, obe– diente al divino mandato, sigue derramando su luz y calor sobre la tierra. Mandó a la tierra producir toda suerte de plantas y árboles, y la tierra continúa pro– duciendo, de su pródigo seno, infinidad de flores y fru– tos. El mar, el viento, las nubes, los astros.. ., todo cum– ple lo ordenado por su Supremo Hacedor. En cambio, al hombre le ha impuesto también sus leyes, grabadas primero en su corazón y luego en ta– blas de piedra, y escritas, por fin, en los libros santos. El ha dicho : «Adorarás a tu Dios y respetarás su nombre, santificarás las fiestas, honrarás a tus pa– dres, no matarás, no fornicarás, no htu'tarás, no dirás falsos testimonios, no tendrás malos deseos... » -87-

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