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algo, todos pueden estimar alguna o algunas de las car– tas como dirigidas concretamente a ·ellos. Por otra par– te, el estilo por manera apropiado que fray Cándido emplea, llano sin vulgaridad, elevado sin engolamiento , es el más apto para convencer. He aquí la gran virtud formal de este lib,·o. En cuan– to a las fundamentales--c<puestas de relieve po1· la f OT– ma-, m e parece un gran acierto el tocaT los problemas vivos en el hombre de hoy. La doctrina del Evangelio es eterna. Su aplicación ha de haceTse adecuadamente en cada caso y situación para que muestre su perenni– dad, su validez y su riqueza única de soluciones. Hay que enfrentar al hombre con los problemas que la vida actual le ofrece y ayudarle a resol1Jerlas iluminándolo con la luz de la verdad. Esto háce fray Cándido, por lo cual tennino decla– rándome el primer benef iciado y favorecido con la lec– túra de estas magistrales «Cartas a un caballero cris– tiano». NICOLÁS CoNZÁI.F.Z Ruiz . -8-

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