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CARTA 12 EL «HERMANO ASNO» Car!simo en Cristo: De mis dos últimas cartas saca usted una consecuencia que, aunque en si es verda– dera, puede exagerarse en su aplicación. «Conocida la perfección del cuerpo del hombre como templo del es– píritu-me dice---.y sabiendo que, a pesar de estar su– jeto a corrupción, ha de resucitar para una vida eterna, hemos de cuidarle y darle cuanto necesita para su bien– estar.» Bien ·está, mi querido amigo, que se procure a nues– tro cuerpo la salud, el placer honesto, el equilibrio or– gánico, la armonía de todas sus partes que se precisa para su conservación y desarrollo. Pero satisfacer todos sus instintos seria caer en un grave desorden.. . El cui– dado excesivo del cuerpo es, en gran manera, perjudi– cial al espíritu que en él habita. No olvide usted que, como le tengo dicho, el cuerpo formado de barro, nos inclina hacia la tierra, y el es– píritu, como soplo de Dios, tiende a remontar su vuelo a las alturas; y por estas inclinaciones opuestas del cuerpo y el espíritu viene necesariamente la lucha sin tregua, en la que necesitamos un esfuerzo constante para no ser vfctimas de los ciegos Impulsos de la carne y ·conservar la dignidad y nobleza del alma. -62-

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