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CARTA 11 COH.HllPCION Y REFLORECIMIENTO Carísimo en Cristo : Lo que me dice usted en su última me da pie para escribir la mía. Me cuenta que, después de meditar en las obras del hombre que yo le mencionaba en mi anterior, en un rato de ocio se puso a leer la tragedia de Sófocles Antígona y dió con aquel pasaje del «Coro» en que, ensalzando al hombre, el trágico griego dice de él: «Nada más misterioso que el hombre.» A continuación advierte cómo cruza la extensión del espumoso Ponto y lo surca entre olas que braman en su derredor; cómo agita la tierra con el ir y venir de los arados; cómo envuelve y apresa las bandadas de las aves y el tropel de las montaraces fieras, y los seres del mar con las mallas de sus redes;_ y, en fin, cómo se ha procurado el lenguaje, y los alados pensa– mientos, y los sentimientos que regulan las naciones, y sabe esquivar los dm·das de los hielos insufribles a la intemperie, y el azote de las lluvias. Mas, después de admirarse el trágico griego de los recursos que el hom– bre posee para todos los azares, lanza esta queja ante la que es más poderosa que él, diciendo: «Sólo para la muerte no ha inventado evasión.» Es verdad, mi querido amigo: el hombre no puede - 57-

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