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, «Nuestro cuerpo-<iice un sabio médico-es robusto en extremo. Se adapta a todos los climas, al frío árti– co, como al calor tropical. También resiste el hambre, las intemperies, la fatiga, las penalidades, el exceso del trabajo. El hombre es el más fuerte de todos los animales... La resistencia a la enfermedad, al trabajo, a las penas, la capacidad para el esfuerzo y el equili· brio nervioso son los signos de la superioridad del hom– bre.• ( Ale.ris Carrel.) Observe usted el cuerpo del hombre en la plenitud de su desarrollo y al punto habrá de reconocer esta superioridad. El conserva su posición recta, vertical, en contra de los demás animales. No parece sino que ha sido hecho para ejercer su dominio sobre los demás seres de la tierra, como rey de la creación. Sobre sus hombros se alza majestuosa su cabeza, en actitud de mando y soberanía. Párese luego a examinar el conjunto de órganos y tejidos que componen el cuerpo humano. Y, al darse cuenta de la armazón de sus huesos, de los músculos que los envuelven, de la sangre que los riega corriendo en diminutos riachuelos con un sin fin de ramifica– ciones, que son las venas y las arterias ; de los nervios, esparcidos como complicada red por todo el organismo, que ponen en movimiento todos los miembros y reci– ben las sensaciones de los objetos que impresionan los sentidos; de las vísceras, que asimilan los alimentos y purifican la sangre; al darse usted cuenta de todo esto, al conocer el funcionamiento de esos tejidos, órganos y vísceras, no podrá menos de alzar en su corazón un himno de gratitud y alabanza al divino Artífice que nos ha formado. Así lo hizo un sabio médico del paganismo, el cual -53-

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