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CARTA 10 EL CUERPO DEL HOMBRE Carísimo en Cristo: Según le tengo dicho en una de mis últimas cartas, para que el hombre cumpla con su destino sobre la tierra debe glorificar a Dios con todo cuanto hay en él. Su cuerpo y su alma han de emplearse en su divino servicio. Cuerpo y alma son las dos substancias que comple– tan nuestro ser. Cuerpo y alma son dos rayos que, par– tiendo de un foco común, se concentran en el mismo punto y hechos una sola luz han de iluminar nuestra vida con reflejo de eternidad. Cuerpo y alma son los dos acordes que han de componer la sinfonía humana. Comencemos a reflexionar sobre nuestro cuerpo. El ha sido formado del barro de la tierra por los dedos de Dios. Pero este barro está animado, transformado, embellecido por el espíritu que en él habita y del cual es templo. Este cuerpo se halla sujeto a las leyes f!sicas de la gravedad y la dimensión como los seres inertes. Tiene su crecimiento, su nutrición, su despliegue de vitales energías, sus sensaciones, sus órganos con el mismo fUncionamiento que se observa en los animales. Pero no hay duda que el cuerpo del hombre es más perfecto que el de los demás vivientes. -52-

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