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CARTA 9 EL FIN DEL HOMBRE Y SlJ FELICIDAD Carísimo en Cristo: Me extraña sobre manera que, siendo usted católico, saque tan absurda conclusión de la doctrina expuesta en m\ última carta. Le decía yo que el destino del hombre en esta vida es glorificar a Dios con todas nuestras facultades, empleándolas en su divino servicio. Y usted me replica: <<Si esto es así, ¿qué provecho saco yo de mi existencia? Si la gloria de Dios es el fin de la creación, el Criador no busca sino su bien y no el de sus criaturas. Y estoy tentado por decir que es un egoísta.» Hablar de este modo, mi querido amigo, supone falta de fe o de reflexión, o las dos cosas juntamente. Dios es la bondad por esencia, y al sacarnos de la· nada no ha buscado tan sólo su gloria, sino también nuestra fe– licidad. El bien, según el principio de filosofía, es de suyo difusivo. Dios, porque es bueno, no desea sino hacernos partícipes de sus bienes, comunicarnos algo de su dicha. Por consiguiente; el fin del hombre en este mundo después de procurar·la gloria de Dios, es alcanzar nues· tra felicidad, no tanto en esta vida, sino más bien en -47-
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