BCCCAP00000000000000000000257

CARTA 7 EL HOMBRE ES PROGRAMA Carísimo en Cristo: Convengo con usted en que, para ser un hombre ideal, tal como yo se lo presentaba en mi última, es menester un esfuerzo nada común. Con todo, mi querido amigo, usted debe abrigar en su alma la noble aspiración de trabajar, todos los días de su vida, por asemejarse al modelo propuesto. La mayor preocupación de su alma no ha de ser otra que realizar el destino para el cual Dios le ha puesto en el mundo. El hombre, al nacer, en ninguno de los órdenes es perfecto. Es como el brote de la planta que tiende a su desarrollo; y por eso ha de ocuparse durante el curso de su existencia en lograr la perfección que su natura– leza le pide. Este desarrollo del hombre debe procurarse no tan sólo en el orden físico, sino también, y principalmente, en el orden intelectual y moral. Dice un filósofo moderno: «El hombre, como tal, es programa.» (Ortega y Gasset.) Medite usted en esta frase. El programa es la sínte– sis de lo que hay que decir, hacer, trabajar o perfeccio– nar. Según esto, el hombre, al venir al mundo, trae un destino de trabajo, de esfuerzo, de desarrollo, de per– feccionamiento. Es un programa. Programa que cada - 38-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz