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cornpadeclan de El. Vestido de púrpura de escarnio, co– ronada su frente de espinas, puesta en su mano una caña por cetro, corno si fuera un rey de burla. el juez lo presentó ante el pueblo diciendo: «¡He aqul el hom– bre!» Mlrele usted bien, hermano mio. Este hombre es Je- sucristo. . Es el hombre unido en inefable consorcio con la di: vinidad. Es el Verbo, la Idea de Dios que se ha vestido de nuestra carne. En El resplandece la más acabada imagen de Dios. «iHe aqul el Hombre!» El hombre más perfecto que han contemplado los siglos. El hombre verdaderamente ideal. El hombre que deben imitar todos. los hombres. Encontrado ya el hombre ideal, no resta sino que usted trate de asemejarse en todo a El y asi alcanzará aquella perfección moral que le desea su afectísimo En Cristo Jesús F R. C. DE V. - 37- /

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