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llero de la Triste Figura. Por todo esto, se convencerá usted de que el caballero no es el hombre ideal. Para encontrar el hombre ideal es preciso tener en cuenta lo que es el hombre en su parte más noble y lo que necesita para su perfeccionamiento.. El hombre es un ser creado a imag-en y semejanza de Dios. El que más limpia y pura conserve esta divina imagen y el que la vaya perfilando más y más por una semejanza con Dios cada vez más perfecta, éste será el hombre más ideal. La idea de Dios, realizada en el hombre, es la que más nos eleva y sublima. Y la imagen de Dios perma– nece y se perfecciona en el hombre por la bondad del alma, por la rectitud de la conciencia, por la santidad de vida. · El hombre bueno en todo el sentido de la palabra, es decir, el hombre que obra bien en tod_os sus actos, el que realiza los deseos de Dios, cumpliendo el fin para el cual ha sido creado, es el modelo, el acabado ideal que usted ha de tener ante sus ojos para acomo– dar a él su conducta. Y es un consuelo el pensar que para llevar a cabo este ideal no se requieren las cualidades excepcionales físicas e intelectuales que para otros ideales menos ele– vados se requieren. El héroe legendario necesita gran· fortaleza de cuerpo; el sabio, perspicaz inteligencia; el caballero, cierta nobleza y cultura. El hombre, para ser bueno, no necesita más que vo– luntad de serlo juntamente con la ayuda de Dios, que no ha de faltar si uno se hace digno de ella. Hay quien es un artista ideal; otro será un profesor ideal, el de más allá, un rico ideal, y, acaso, cada uno de ellos está muy lejos de ser un hombre ideal, pues les falta la -35-

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