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CARTA 4 MAS QUE LA TIERRA, EL MAR Y EL CIELO Caríslmo en Cristo: Advierto en la suya que, al fin, se va abriendo su espíritu a la luz de la verdad. Fiján– dose usted en las palabras de mi última, empie¡¡a a co– nocerse. Ya sabe responder a la pregunta que surge en el secreto de la conciencia cuando el hombre, ahogan– do los ruidos del exterior, se concentra en si mismo : ¿Qué soy yo? «Nada más sencillo---.me contesta usted-que respon– der a esta pregunta después de leer su última carta: Soy una criatura de Dios, compuesta de alma y cuer– po.» Mtly ~ien, amigo mio. Parece que me va enten– diendo. Es usted una criatura, es decir, un ser sacado de la nada por la diestra de Dios. Mas ha de tener en cuenta que se diferencia de las demás criaturas que pueblan el universo en que es racional. Está, como todo hombre, dotado de una inteligencia capaz de com– prender el porqué de las cosas y de discernir el bien del mal, lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto. Tiene un cuerpo sabiamente organizado, que supera en perfección al de todos los demás vivientes que se mue– ven sobre la tierra. Tiene un alma que es soplo o allen- -23-

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