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cmpailarse por las tinieblas de la vida exterior. El barro no ha de encerrar las aspiraciones del alma, que tiene alas para volar por la inmensidad dC'I delo. Hijo de luz, ha de brillar por su rectitud y bondml. Hecho a imagen y semejanza de Dios, ha de conservarse en la dignidad y nobleza en que Dios le ha constituido. A ''ontinuación le copio unos versos para que sepa usted lo que debe hacer en medio de las tinieblas que nos envuelven el alma en este valle de sombras: Pero aunque en las tinieblas, duduN incube la miserable ·vida, que humilde ;¡l"l'~lsll'f>. sé que sl el astro a veces vela In nuhc. sobre la nube siempre destella el asi ro. ( UAL,\HT.l Que la luz interior de su alma destelle siempre sobre las nubes de las pasiones humanas y haga patente la divina imagen que ll~va en el fondo de su ser impresa. Esto es vivir como hombre que haee en sí, triunfar el espíritu sobre la materia. Esperando ·que estas ideas hagan mdla en su cora– zón, se reitera de usted su afectlsimo en Cristo Jesús FH. c. DE V. -:l2- '

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