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¡Arriba el corazón.!... EI Señor lo ha creado no para que se arrastre por el polvo del suelo, sino para que se remonte a las alturas, empleando su vida en el di– vino servicio a fin de que el alma, abierta a la espe– ranza, pueda arribar a la patria bienaventurada. En este destierro en que se halla debe vivir siempre con la mente y el corazón en el cielo. Con esto sabrá ennoblecerse, sublimarse, inundarse de paz; ascenderá a las cumbres llenas de sol, donde se respira el aire fresco de la cercanía de Dios. Deje, por tanto, que le repita con fervoroso anhelo estos versos de Costa Llobera : ¡Arriba, oh alma fuerte! Desdeft.a el lodo inmundo y en las austeras cumbres arraiga con afán. Verás al pie estrellarse las olas de este mundo, y Ubres como alciones, sobre ese mar profundo, tus cantos volarán. Vuele usted, hermano mío. con sus afectos y cantos del corazón hasta el cielo, hasta Dios, para vivir con El abrazado y así cumpla con su destino, que es amarle y servirle en la tierra, a fin de gozarle plenamente en la gloria. Esta es la gracia que ardientemente y de todo co– razón le desea su afectísimo en Cristo Jesús, FR. C. DE V. - 203-

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