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El Señor a tU ruego nada niega! ¿Qué se puede negar a quien se quiere? Y, pues, tu labio cuanto pide alcanza, dame si no la dicha, la esperanza. (LARMl(:.) No lo dude usted: la esperanza brillará siempre en su corazón si sabe honrar, invocar y servir a la Vir– gen, como se Jo recomienda su afectísimo en Cristo Jesús, FR. c. DE V.
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