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gos del alma, y que ofrenda a Dios su vida en el cum– plimiento del propio deber. En virtud del sacramento de la Confirmación que ha recibido, usted lleva impreso en su alma el carác– tel' de soldado de Jesucristo, y como tal debe portarse, siendo fiel en su divino servicio; pues el· oficio de sol– dado es sacrificarse por servir a su rey, y en ello pone todo su interés y honra. Sobre todo, el soldado, cuando sale al campo de ba– talla, por fuerza ha de atravesar por mil ·riesgos y pe– ligros, sufrir hambre y sed, soportar las inclemencias del tiempo y seguir peleando sin dejar el arma de la mano ni cejar en la. lucha a pesar de las descargas del enemigo. Como soldado de Jesucristo, usted también debe per– manecer firme en medio de las tentaciones del mundo y de la vida, y por mucho que ruja la tempestad, ha de tener el esfuerzo necesario para vencerlo todo antes que cometer el pecado. Como soldado de Jesucristo ha de cumplir todos los días sus obligaciones de cristiano, sin miedo a la mofa del mundo, sin hacer caso de Jos amigos que llegarán a invitarle al disfrute de placeres culpables. Como soldado de Jesucristo, en suma, ha de tener energía de voluntad para vencerse a si mismo, que es el mayor de los triunfos, el más heroico de los sacri– ficios, el valor más grande y más digno de recompensa. El militar que, en franco combate, vence a sus ene– migos, es digno de ser aplaudido y galardonado ; pero será usted más digno de alabanza y premio si sabe vencer sus pasiones y conserva la pureza y hermosura del aLma en medio de la corrupción del mundo. El soldado que triunfa en la guerra es un héroe ; -182-
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