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CARTA 35 EL SALVAVIDAS Carísimo en Cristo: Su carta, que acabo de recibir, me pone de manifiesto que Dios le persigue con su gracia y usted sigue rechazando sus amorosas invita– ciones. «Los remordimientos de la conciencia-me escribe– son cada vez más punzantes. No puedo seguir con esta vida de pecado, que es una verdadera muerte... Esto me ahoga... Siento deseos ·de regenerarme, de volver– me a Dios; mas para ello encuentro toda· una serie de dificultades. Por un lado, la pasión todavía sigue ardiendo en mi corazón, y aunque tiende a ceder, no logro aún verme por c::ompleto libre de las redes que me tienen preso. »Por otra parte, la multitud y enormidad de mis pe– cados me abruman y avergüenzan de tal manera, que no me atrevo a postrarme a los pies de un confesor para contarle mis miserias. Me parece que no me va a . absolver, que Dios no habrá de perdonarme; al verme tan débil, pienso que será inútil mi confesión, pues te– mo, y con razón, nuevas caídas. En fin, siento que ·Dios me llama a su gracia, y yo no me resuelvo a dar el paso definit-ivo a mi conversión. De nuevo le pido consejos y oraciones.» -175-
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