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escarchas. Los árboles se arraigan más y más en la tierra con los soplos del viento. Así, la virtud brota con más vigor, echa más hondas raíces en el corazón cuan– do es combatida con las tentaciones. Mas para que la tentación sea provechosa al alma es preciso vencerla con prontitud y entereza, porque de ' lo contrario puede convertirse en fuente de pecados y vicios. Si quiere usted salir siempre triunfante de la tenta– ción, ponga en práctica el consejo que daba el divino Maestro a los discípulos que le acompañaron al Huer– to de los Olivos: «Vigilad y orad para que no caigáis en la tentación.» ¿Lo ve usted, mi querido amigo? Necesita de estas dos cosas para no caer en la tentación : Vigilancia y . oración. . Tiene usted que velar sobre sus pensamientos y afec· tps. Ha de guardar los sentidos de todo aquello que pue– de excitar las pasiones y, sobre todo, le es imprescindi– ble apartarse de toda ocasión o peligro de pecar. Huya de esa flor que se le ha presentado en su camino. No juegue usted con el fuego, porque de lo contrario no tardará en quemarse. Necesita igualmente de la oración. Debe recurrir a Dios para que le asista con su gracia, porque sin la gra– cia de Dios son inútiles todos nuestros propósitos y es– fuerzos. Acérquese a los santos sacramentos de la Con– fesión y Comunión. Llame .en su ayuda a la Virgen, la divina Estrella del mar de la vida, que es poderosa para disipar todas las tempestades y guiarnos a segu– ro puerto. Y si, a pesar de todo esto. la tentación sigue arre– ciando, no desrria:ve .v continúe clamando al cielo, que Hi8 ~

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