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CARTA 33 ¿POR QUE LA TENTACION? Carísimo en Cristo: Según parece mi última carta ha sido muy oportuna, pues me escribe usted en la suya : «Al hablarme de la tentación ha puesto usted el dedo en la llaga, porque yo he sido muy tentado en la vida; y, sobre todo, desde que me resolví a vivir corno buen cristiano, las tentaciones me han asaltado con más ím– petu y también con más ·frecuencia. Desde hace unas semanas una gran tormenta se cierne sobre mi alma, y aunque lucho con la tentación, ésta no me deja en paz, sino que viene a ser, según la frase de usted, una verdadera y constante obsesión. He tenido la mala suer– te de hallar en mi camino una hermosa flor que sin ce– sar me está mostrando sus atractivos. Por esto, una voz como de dulce sirena me repite a cada hora, en los oídos del alma: ¡Qué grato te sería gozar de esa flor y as– pirar su perfume! »Es verdad que viene luego la reflexión, y procuro apartarme lo que puedo del peligro; y hasta ahora mi propósito de no caer en la tentación no ha sido que– brantado, pero ¿quién responde para el porvenir? ... An– te estos temores, parece que quiero penetrar en los jui– cios de Dios, y por eso me atrevo a hacer a usted esta pregunta: ¡_Por qué Dios permite lo t.entar.ión , que tan- - 1()5 -
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