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guarlas, lucha y sufre lo indecible, prorrumpiendo en gemidos de angustia. Tempestad es la enfermedad que el dla menos pen– sado se presenta en el organismo, agota nuestras fuer– zas, nos imposibilita para el trabajo, nos colma de dolo– res y acaso nos ponga en trance de muerte. Tempestad es la pérdida de Jos bienes de fortuna, que desaparecen como las briznas de hierba al soplo del viento, por un juicio, un robo, un incendio, una tor– menta, una guerra o una revolución popular. TempQstad es el desprestigio que viene al hombre honrado por las calumnias de una lengua murmuradora. Tempestad es la muerte de un ser querido que llena– ba de encantos la casa, y cuya ausencia deja un vacfo irreparable y vierte en el corazón todo un cáliz de amar– gura. Tempestad es, en el orden espiritual, el ciego impul– so de las pasiones y los atractivos del mundo. que ha– cen zozobrar al hombre bueno, el cual siente con ello una horrible lucha en su corazón y, para no sucumbir en ella, necesita un esfuerzo gigante. Tempestad es todo aquello que nos hiere el alma y nos la envuelve en tinieblas y agitaciones como las de un mar alborotado. Usted debe estar preparado para todas esas tempes– tades que pueden sobrevenirle. Ha de saber entonces mirar al cielo y en todo verá la mano de Dios, adorará sus designios y se someterá a su divina voluntad. Si, mi querido amigo, Dios permite el dolor. Unas vr· ces para iluminarnos y asi hacernos comprender 111 naderia de las cosas humanas, la locura que 'es amar los placeres del mundo, que en un momento se rsfu– man dejando el amargor del desengaño. -157-

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