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Mas estas ilusiones pueden traer las más fatales consecuencias. Sin parar mientes en los excesos y de& órdenes a que dan lugar, hacen la vida completamente inútil. En el momento de la muerte, esos hombres se encontrarán con las manos vacías, sin nada que llevar a la eternidad más que sus pecados. Mire usted al labrador que pasa todo .el año afanado en el cultivo de su campo. Si al tiempo de recoger sus frutos se descarga una horrible tempestad sobre sus heredades,. todo queda destrozado, y el infeliz acaso no pueda recoger ni siquiera un puñado de trigo para atende: las necesidades de su casa. ¡Qué tristeza se apodera de su corazón! ... Todos sus esfuerzos no le han servido para nada. Perdido queda todo su trabajo. Esto no es más que una imagen d·el hombre que vi· viendo de ilusiones no piensa en la vida de la eterni– dad. «Vana--dice la Escritura-es su espera'I!Za, sin fruto su trabajo e inútiles sus obras.» Era un hombre que tenia este lema tomado en el sentido del egoista: «Vive tu vida.» El vivia su vida pródiga en aventuras y orgías. Pero aquella vida que tanto amaba llegó a su término. Tendido yace en su lecho de muerte. A su mente acuden, como abejas pun– zadoras, mil recuerdos de su vida disipada. Su angus– tiosa mirada se fija alrededor como buscando algo que no puede encontrar. Alguien le pregunta.: «¿Qué has perdido? ¿Qué buscan tus ojos?» Y él, con palabras que eran un grito del alma, lleno de amargura, exclama: «¡Ay, loco y desventurado de mi!·'" ¡He perdido mi vida! ¡En vano ahora me em– peño en buscarla y comprendo que para encontrarla es ya demasiado tarde!» Apr€nda, hermano mío, la lección : no sea usted como -l3~-
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