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CARTA 2 SEPA USTED CONCENTRARSE Carísimo en Cristo: Con honda satisfacción he visto en la carta de usted la buena impresión que la mía pro– dujo en su alma. Me· dice que recibió una gran alegría al saber que yo aceptaba la propuesta que usted me hacía de escribirle periódicamente hablándole al cora– zón de asuntos en gran manera provechosos para su .espíritu, a fin de encauzar su vida cristiana. Su carta termina diciéndome: «Las palabras de us– ted me hacen pensar con seriedad en la realidad de las cosas y me disponen a la concentración en mí mismo.» Esto es, amigo mio, lo que yo precisamente deseo : que, ante todo, usted se concentre en sí mismo para conocerse y saber portarse con dignidad en todos sus actos. El hombre, sobre todo el hombre moderno, huye cuan– to puede de e.sta concentración tan necesaria para la vida del espíritu. Parece qtie tiene miedo a encontrar– se consigo mismo. En la actualidad, todo se reduce a vivir a galope: 1<•– nemos prisa por verlo todo, por saborear todos los pln– ceres, por penetrar en el secreto de todas las eosas. Un impulso incontenible nos lanza al vértigo <k la vi– da y, envueltos en su oleaje. nos olvidamos <l<' nosotros -13 -

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