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es preciso cultivar para que nos dé sus flores y sus fru– tos. La vida es según nosotros la hacemos. Hay vidas humildes que enderran un valor y una hermosura incalculables, y hay vidas brillantes en apa– riencia de los hombres que están vacías por completo a los ojos de Dios. Un fino observador de la vida humana escribe estas acertadas frases : «La vida es un tema que Dios Nues– tro Señor propone a cada hombre al nacer, para que cada cual lo haga según su propia vocación. Uno hace del tema una tragedia, el otro le da un aire de sainete. En manos de unos no es más que un pequeño cuento; en la de otros, es una novela intrincada. Hay quienes la convierten en pelicula que corre con ritmo vertigino– so, y hay muchos-por millones se cuentan--que no ha– cen de él sino una estadística. Hay quien la trueca en poesía, y hay también-¡qué reducido es el número'– quienes la truecan en oración.» ·Ffjese usted en lo que dice este escritor: una inmen– sa mayoría de los hombres no hacen del tema de su vida más que una simple estadística. Una estadística en la que están apuntados los datos más salientes de su existencia sobre la tierra. Es un libro de notas, en el cual no se ven más que algunas fechas, muchas pági– nas en blanco y tal vez muchísimos borrones. «Este -se leerá al principio-fué el dfa del nacimiento.» Un poco más adelante se halla la data del bautismo; .pasa– das algunas hojas se encuentra la de la boda. No faltan dfas de diversión y prosperidad ni tampoco dfas de lu– to y amargura. Por último, viene el final con esta cláu– sula: «Esta vida concluyó al filo de la muerte.» Pero en ese libro no hay nada apuntado para la eter– nidad. Esa vida. ha sido inútil a los ojos de Dios y, por -127-

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