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ne su voluntad, pierde horas de reposo, recorre la tie– rra y el mar ,trabaja con el alma y con el cuerpo. Pero muchos de los hombres que tanto hablan de la vida y por ella se preocupan, no paran en ahondar en sus misterios. Si les hiciéramos esta pregunta : «¿Qué es la vida?», no sabrían responder. No faltarán quienes den la respuesta con alguna frase de algún filósofo o poeta que, considerando la rapidez con que pasa, sintiendo por ello un amargor profundo, no hacen sino lamentarse de su brevedad. «La vida-dice Shakespeare en su Macbeth--no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pa– vonea y agita una hora y después no se le oye más.. : ; un cuento narrado por un idiota con gran aparato y que nada significa.» «La vida-escribe Rabindranath Tago– re-es una gota de rocio sobre una hoja de loto.» «La vida-afirma Keyserling-fluye corno una melodía en el tiempo.» ;,Y quién no conoce los versos de nuestro inmortal Calderón? Permita que se los escriba: ¡,Qué es la vida? Un frenesí. ;, Qué es la vldn? Una ilusión, una sombra, una ficción, ~u~ 1 t~d~~~ e~~~~ :: ~~i~~.fio. y los sueños, sueño~ son. Pero el concepto de la brevedad de la vida, que tanto amarga el corazón de los hombres, n\ expresa, ni con mucho, lo que ella es. La vida es algo precioso que el Señor nos concerle y que nosotros debemos avalorar con su recto empleo. Es como un diamante que hay que extraer de la mina. elaborar y pulimentar para que muestre su brillo y des– componga la luz en colores. Es como una planta que -126-

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