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CARTA 25 LA VIDA: POESIA Y ORACION Carisimo en Cristo: Muy acertadament€ me escribe usted en su última carta: «Hombre y cristiano, me veo lanzado a la vida, como pequeña barquichuela perdida en la inmensidad del mar.» Precisamente mis intenciones eran abordar este tema que usted me insinúa. Le he prometido tratar en mis cartas «del hombre y la vida». Terminado el pequeño estudio que hemos hecho del hombre, me propongo adentrarme en la segunda cuestión. Voy a hablarle de la vida. Esto es de lo que los hom· bres más hablan y más se preocupan. Esta es la cues· tión que está siempre ante los ojos, y todo lo demás, ante la vida, carece de importancia. La paz, la guerra, la industria, el comercio, la ciencia, el arte ..., no mere· cen la atención sino en cuanto se relacionan con nues– tra vida. «La vida ante todo y sobre todo.» «La vida se im– pone.» «La vida manda.» Estas o parecidas frases se re· piten numerosas veces pronunciadas por toda clase de hombres. Y por conservar la vida. por mejorarla y hacerla agra– dable, el hombre se afana, aviva su inteligencia, impo- - 125-

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