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un nivel superior a Jos hombres que no lo son. Su ideal en la vida ha de ser más noble y elevado que el del hombre carnal que no aspira sino a satisfacer sus ins· tintos, o que el del hombre simplemente honrado, que se contenta con la bondad externa, propia de una esme· rada educación. El cristiano, en virtud del nuevo nacimiento que ad· quirió en el Bautismo, ha de tener siempre presente su destino sobrenatural y ·a él debe tender con todas sus fuerzas.. Le ruego a usted que piense detenidamente en lo que significa esta frase: . ¡Soy cristiano!., y esfuércese por no hacer nada que desdiga de esta tan alta dignidad que ha r-ecibido en el Bautismo. Traiga a la memoria los héroes cristianos. El mártir de Cristo era presentado ante los tiranos que le amenazaban con la muerte, y sometiéndole a los más fieros tormentos, le decían: «Re– nuncia a tu fe.>> Mas él contestaba: «jSoy cristia~o!» Y con esta palabra en los labios era arrojado a las lla– mas de las hogueras, o entregado a los dientes de los leones o atra ves ,u.lo al filo de la espada ; y así, con una sonrisa o halo celeste reflejado en su semblante, daba su vida por Cristo, a cuyo servicio estaba consagrado. El ferviente eatólico de los tiempos modernos, en medio de un munuo <"orrompido, hace frente a las bur– las y desprecios de Jos hombres sin fe o resiste a los ha· lagos del placer. porque quiere ser fiel a las promesas l1echas en el santo llautismo, y deseando conservar en su alma el tesoro dt" b gracia de Dios, ·exclama: «¡Soy cristiano!» ¡Soy cristiano'. debe repetir también usted en su CO· razón. sobre todo en los momentos críticos de la vida. - 123-
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