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po místico de Cristo, consagrado a su divino Redentor y que, adherido a su fe, está obligado a su santo servicio. Tres cosas se requieren para ser cristiano en toda la extensión de la palabra. Es necesario, ante todo, ha· ber recibido el Bautismo, que es un sacramento de re– generación espiritual, por medio del cual adquiere la gracia santificante, queda interiormente reformado, he· cho hijo adoptivo de Dios, participe de su misma vida, heredero de su gloria. El que no ha recibido el Bau– tismo no es cristiano, sino pagano o infiel. El cristiano, como tal, para permanecer en su adhe– sión a Jesucristo, debe conservarse en la fe que profesó en el Bautismo, asintiendo a todas las verdades reve– ladas, pues la fe es lo primero que pidió a la Iglesia cuando se presentó a las puertas del templo para reci– bir este sacramento de regeneración espiritual, a fin de alcanzar la vida eterna. El que no cree en las verdades de la fe es un hereje, un apóstata. Por último, para ser perfecto cristiano ha de vivir el hombre bautizado y creyente conforme a la fe que pro– fesa, siguiendo la doctrina salvadora del Evangelio, acomodándose a las enseñanzas de la santa Iglesia. El bautizado que conserva la fe recibida en el Bautismo, pero desdice con su vida lo que profesa en su corazón, si bien es verdad que no deja de ser cristiano, no llena su fin, es un mal cristiano que no merece el reino de los cielos. También una fruta, aunque esté podrida, no de· ja de ser fruta; pero por su podredumbre no vale sino para ser arrojada a lugares inmundos. · Vivir en Dios y pata Dios, estar en contacto con el mundo sobrenatural, tener como norma de vida la doc– trina de Cristo; esto es, en verdad, ser cristiano. Si usted se precia de cristiano, ha de conservarse en -122-

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