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bala el silbo amoroso de Dios, como resbala sobre la roca de granito el soplo de la brisa. Es que Dios, ante esa dur-eza de corazón, retira su gracia, y con esto los buenos sentimientos se esfuman, las caldas se multiplican, y en el interior del hombre no hay más que un caos horrible. Vea usted lo que pasa cuando el hombre de negocios deja de examinar sus cuentas : en su administración no hay más qu-e confusión y desorden, y corre peligro de exponerse a la ruina. Reflexione taml>ién sobr-e lo que acaece cuando ·el ·labrador no se cuida del cultivo de su campo : en vez del anhelado ·fruto no recogera más que malezas y espinas. De la misma manera usted necesita examinar las cuentas que tiene con Dios; le .es preciso cultivar la tierra de su corazón, volver a su interior la mirada de su espíritu, refl·exionar sobre el estado de su alma; en suma, escuchar la voz de la conciencia para darse cuen– ta de sus debilidades y ver abierto el camino que ha de seguir en su vida. Le ayudará a mantenerse en la atenta escucha de la voz d-e la conchmcia el recibir dócilmente las enseñan– zas del ministro de Cristo, que está encargado de ilu– minar las almas con las verdades de la fe. Cuando el sacerdote habla en nombre de Dios, su palabra penetra como un rayo en el fondo d-el alma;. la conciencia ador– mecida despierta de su letargo, se ve con claridad la sen– da que conduce a la virtud y se sienten deseos de mejo– rar de vida. Habla caldo David -en graves culpas. Su conciencia aletargada le permitía vivir tranquilo en él pecado, ro– deado del bienestar y comodidades de su palacio. Mas he aqui que el Señor le envió al profeta Natán para 112-

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