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Pobre homb re de la sant idad de leche y del pecado de tortura enrejado en el viento dP. su peque~o mun do : ven a la esperanza , al senci ll o cari f:o de los pocos hombres que aman tu pena y t ienen rc5peto a la nieve de tu pecho caido de sor presa. IV iY cómo no era tarde cuando llamaste a mi puerta cuesta ar r iba! Una pal abra, un a got a de ti: pasa, si én tat e come conm 1 go de 1 sucl or de mi cuerpo de l e ior de se 1 va de la gra ta a legria de mi casa de estiércol, de mi cora z6n de muerte, de mi monta~a, de mi so l de mi ca rne , come y .:jes can:.' .. que ya anocnece . Tú que me inundas y que das paz con tus d iente s l lenos de pan quéda te, acué s tate y suef J que estóy hecho recuerdo en tu sangre de lecna n~~ , cia ~o~a sobrev t vf r para dar de lo ,,.. 'e tt• f : ',·, cr tu hamcn: . Aún no era ta rde r · ~;. t"·}ii"ipe r la frc7"· ~ é ra "dei miedo y en esa 1ueha r, i L. · ·:~ ;· . ' : yo t e mi raba con fe cerraste los oj ~s . \¡ Y tú, espada de ace ro C)r:t ra el viento de la luna dulce valor de la más amarga miel al contemplarte herida y vela rasgada en la nave de mi vida me siento creador y don Juan en la humildad de quererte apoyado en un hilo de seda para escuchar tu música en una flauta bordada de notas con un sí tan chiquito y tan tímido que anuncia sorpresas para mi canto en el juego iPacabable de tus manos.